Sunday, February 19, 2006

XXV ANIVERSARIO DEL 23 DE FEBRERO DE 1981


EN SEVILLA, NADIE SABÍA NADA

(Cronica de Pepe Fernández
sobre el 23-F en Sevilla)



A mis hijos, Luis y Mar, esta crónica del último túnel de la Democracia en Sevilla, en la que nacieron años después, Democracia en la que maduran y viven en libertad.



El 24 de febrero de 1981, a mediodía, el periodista llega a su casa tras una larga tarde noche en la sede de la histórica Radio Sevilla, la emisora que cuarenta y cinco años antes utilizara el general Gonzalo Queipo de Llano, en sus diatribas contra la República a la que, tiempo atrás, había jurado defender. Está agotado el joven reportero, 25 años, a la sazón Jefe de los Servicios Informativos de la SER en Andalucía, deseando descansar de la tensión acumulada durante una larga noche en vela. Mientras llena la bañera con agua caliente, escucha los mensajes acumulados en su contestador automático.

-Piiii.

-“Pepe, soy Gabriel. Te llamo para que indagues en tus fuentes militares. Me han dicho que van a pasar cosas y gordas, de hecho algunos hijos de militares en el colegio donde doy clase, no vendrán esta tarde y eso es mosqueante. Llámame si sabes algo..., Dios te guarde...”

-Clic...

Gabriel Ramos era el “Pater” de Radio Sevilla, alguien que sin estar en plantilla, era considerado como uno más. Un cura excepcional que, partiendo de posiciones conservadoras, acabó rozando el larguero de la Teología de la Liberación tras su trabajo junto a los más humildes trianeros. Eran también un sevillista radical, casi un “Biri”, y en algunas de sus homilías se refirió al equipo de sus amores, con el consiguiente mosqueo de los fieles béticos. Odiar al Betis, decía, no es pecado.

Ramos era un hombre con olfato, íntegro y cabal en su trabajo pastoral. Sus comentarios de cada amanecer en las antenas decanas de la radio alimentaban las ansias de libertad desde la fe. No soportaba al Opus Dei.

Aquel mensaje, grabado en la mañana del 23-F, adquiría al día siguiente de los acontecimientos en el Congreso un valor especial. Y en efecto, Ramos había pillado onda sobre venideros sucesos militares en círculos de la familia castrense muy cerrados, ya en su parroquia o en el colegio donde el Padre Gabriel impartía clases de religión. El periodista, que a esa hora era incapaz de valorar en toda su dimensión lo que acababa de vivir la noche anterior, solo lamentó ingenuamente ante el cura, “Jó Gabriel, pedazo de exclusiva me he perdido por no ir a comer ayer a mi casa”.

RUIDO DE SABLES, ROJAS MARCOS AVISA EL PRIMERO.

No era la primera vez que escuchaba ruido de sables el periodista. Meses antes, a primeros de noviembre de 1980, entrevistaba a través de la SER a Alejandro Rojas Marcos que se encontraba de viaje en Barcelona. El dirigente del PSA efectuó una declaración exclusiva e inquietante:

-“Quiero denunciar que los socialistas están hablando con militares de alta graduación para buscar una salida anticonstitucional a la situación de crisis en la que se encuentra el país”.

La declaración de Rojas Marcos con tan sonora y grave denuncia pasó inadvertida en plena canícula, sonaba extraño e inconcebible, pero tenía su fondo de verdad. En efecto, en aquel viaje a la capital catalana coincidió en el avión con el alcalde de Lérida, el socialista Antoni Ciurana, que le comentó que volvía para un almuerzo en su casa con Alfonso Armada, Enrique Múgica y Joan Reventós para hablar de la situación política. Alfonso Armada Comyn, gobernador militar de Lérida, era considerado como uno de los generales próximos al Rey ya que había preceptor del Príncipe. Tras el 23-F fue considerado como “El elefante blanco” que llegaría al Congreso para presidir un gobierno de salvación nacional. Él fue quien urdió, usando el nombre del Rey en vano, parte de la trama del intento de golpe de Estado de febrero del 81.

"MI GENERAL (MERRY), LE LLAMAN DESDE LA CAPITANÍA DE VALENCIA"

Pasadas las cinco de la tarde del 23-F, en las dependencias privadas del Capitán General de la II Región Militar, Pedro Merry Gordon, suena el teléfono. Mala hora para pasar llamadas a don Pedro, pensó su ayudante, pero el carácter de “urgente” que le daba quien llamaba, le obligaba a interrumpir la siesta del Capitán General. Un hombre con una delicada salud de hierro y que ahogaba su pena en güisqui, por dos hijos perdidos poco tiempo atrás en la flor de la juventud. Al otro lado del teléfono, el ayudante de Jaime Miláns del Bosch en la Capitanía de Valencia teniente coronel Pedro Más Oliver, insistía en que era “urgente e importante” que hablasen en ese momento ambos tenientes generales.

-Dime Jaime, soy Pedro.

Miláns del Bosch le cuenta a Merry Gordon los detalles de la operación militar que en hora y cuarto va a ponerse en marcha en el Congreso de los Diputados, con el teniente coronel Antonio Tejero Molina al frente.

Le dice, además, que todo se hace en nombre del Rey y que personas de su entorno, la Reina por ejemplo, están al corriente de todo y lo aprueban.

Merry Gordon, teniente en la Cruzada de Liberación, (así la llamaba a la guerra civil española del 36) y destacado oficial en la División Azul, segundo en el escalafón del generalato tras el vallisoletano Ángel Campano López, se irrita en lo más íntimo al comprobar que Miláns ha asumido una jefatura militar que no le corresponde por escalafón.

-Mira Jaime, a mí esto no se me hace. Informarme una hora antes de un asunto así, eso sí que no. Por ahí no paso. No cuentes conmigo Jaime. Quedo enterado y tomo nota. Además, te adelanto que eso está condenado al fracaso.

Colgó el teléfono bastante indignado, me confesaría dos o tres meses después en su despacho oficial, al darme noticia directa y off the record sobre su papel en la asonada de febrero del 81. Lo hacía en presencia de un ayudante y del entonces comandante de Estado Mayor Jerónimo Delgado Losada, encargado de las relaciones con los medios.

EL GENERAL URRUTIA, DECISIVO EN LA II REGIÓN MILITAR

Aquella tarde noche del día 23 su general de Estado Mayor, Gustavo Urrutia, el primer oficial de la Academia General ascendido al generalato, y que al final de su carrera ocupó la Capitanía General de Madrid, fue quien en realidad se hizo en aquellas horas decisivas con el control de la Capitanía de Sevilla, con el Rey y con la Constitución. Desde luego sin encontrar resistencia en su jefe inmediato, Pedro Merry, que deambulaba por el pabellón con tambaleante marcialidad legionaria.

Merry Gordon no quiso esa tarde del 23 de febrero seguir con la siesta tras su breve charla con Jaime Miláns, conversación que le incomodó y le amargó la tarde en pocas palabras; busca un traje de campaña, elige uno de legionario en su armario de uniformes, se cala una gorra de tanquista y se planta en su despacho. A esa hora ya han asaltado el Congreso los guardias de tráfico con el malagueño Tejero al frente.

Corre el escocés por algunos vasos de la Capitanía. Hay caras de satisfacción y de preocupación, ambiente de sabor agridulce en distintas dependencias de Capitanía, donde algunos militares de edad avanzada vivieron el horror del 36 siendo unos chavales. Poco antes de las siete de la tarde suena el teléfono rojo. Es el Rey Juan Carlos I de Borbón desde el Palacio de la Zarzuela.

-Perico, buenas tardes. ¿Cómo está la cosa por ahí?

-Buenas tardes Señor, a sus órdenes. Aquí no hay novedad ni la habrá.

-¡Cuento contigo Perico!, Un abrazo.

-Así es Señor, a sus órdenes.

El Rey, Comandante General de los Ejércitos, no volvería a hablar con su jefe militar del Sur hasta la primera hora del día siguiente, 24 de febrero.

-“Se limitó a darme las gracias por mi comportamiento. Yo le repetí: Señor, ya le dije que no habría novedades en esta Región Militar y no las ha habido”.

LA DECLARACION JUDICIAL DEL GENERAL MERRY

Pedro Merry, como el resto de capitanes generales y numerosos mandos militares, se vieron obligados, tras los sucesos de febrero, comparecer ante la Justicia Militar y explicar de forma oficial y por escrito cual había sido su comportamiento y el de las unidades bajo su mando. Se trata, como podrá observarse, de una declaración medida, ajustada, supervisada por su Estado Mayor y por el coronel Auditor Gómez Calero. La declaración judicial lleva fecha del 17 de marzo de 1981.

“Don Pedro Merry Gordon, Teniente general del Ejército y Capitán General de la II Región Militar, de 63 años de edad, casado, natural de Jerez de la Frontera y vecino de Sevilla, con domicilio en Plaza de España S/n, evacuando las preguntas formuladas por el Juzgado Militar Especial que instruye la Causa S/n, con motivo de los hechos acaecidos los pasados días 23 y 24 de febrero en ocasión del asalto al Congreso de Diputados:

CERTIFICO:

Que la primera noticia, sobre los sucesos en cuestión la recibí a través de mi Jefe de Estado Mayor, el general Urrutia, cuando me encontraba en mi residencia particular dedicado a la lectura, serían las 18,30 horas.

Que inmediatamente me incorporé a mi despacho oficial para hacerme cargo de la situación, dándose la circunstancia en aquellos primeros momentos, de que las unidades, centros y dependencias de la Región solo se encontraba el personal de servicio, y de acuerdo con el calendario previsto, las unidades a las que correspondía efectuar ejercicios y maniobras fuera de sus respectivas plazas, así lo hacían.

A partir de las 18, 45, los cuadros de mando, teniendo conocimiento de los sucesos a través de los medios de difusión, se van presentando sucesiva y espontáneamente en los respectivos lugares de destino, cosa que así mismo hace todo el personal perteneciente al Cuartel General de esta Capitanía General.

Que sobre las 20,00 horas, se recibe en esta Capitanía llamada telefónica de la Sección II de la DI, anticipando la decisión de la superioridad en el sentido de que debería adoptarse por la región la situación de Alerta 2, si bien, queda condicionada en su ejecución a que se reciba la correspondiente comunicación del JEME por vía telex.

Que sobre las 21,15 horas se recibe por la Red TAC telex Nº 169 del jefe del Estado Mayor del Ejercito en el que se ordenaba “ Poner en marcha BERTA 2. Acuartelamiento de unidades”.

Que en cumplimiento de dicha orden, mi Estado Mayor dio traslado de la misma a las distintas guarniciones de la Región, incluidas la Capitanía General de la Zona Marítima del Estrecho, Capitanía General de la II Región Aérea, Coronel Jefe de la 2ª Circunscripción de la Policía Nacional y General Jefe de la 2ª Zona de la Guardia Civil.

Que sobre las 21,40, di la orden, que cumplimentó mi Estado Mayor, de comunicar a las distintas unidades, de que las disposiciones logísticas que contempla la Alerta 2 se realizarán durante la noche del 23 al 24 solo por lo que respecta a los niveles existentes en el interior de los acuartelamientos, y que a partir de las primeras horas de la mañana se cumplimentarán cuantas disposiciones logísticas dicta el Anexo 3 de la Operación Diana, según las instrucciones que al respecto dictarían las Jefaturas de Armas y Servicios de coordinación con mi Estado Mayor.

Que sobre las 23,41 horas recibí un teletipo de S.M. el Rey en el que literalmente se me ordenaba lo siguiente: “ Ante situación creada por sucesos desarrollados Palacio Congreso y para evitar cualquier posible confusión, confirmo he ordenado autoridades civiles y Junta Jefes Estado Mayor tome todas medidas necesarias para mantener orden constitucional dentro de la legalidad vigente. Cualquier medida de carácter militar que en su caso hubieran de tomarse, deberá contar con la aprobación de la JUJEM.

Ruego me confirme que se retransmiten a todas las autoridades del Ejercito”.

Que sobre las 9,30 horas del día 24, y como continuación a la orden remitida a las distintas unidades de esta Región, a las 21,40 horas del día anterior – a que antes se hace referencia -, dispuse que aquellas que estaban afectadas por la Operación Diana se municionasen en los centros de entrega correspondientes, hasta completar la dotación permanente que figura en ficha aprobada por mi autoridad, y solamente en lo que respectaba a las armas señaladas en el apartado 1.2 Anexo 3 de la citada Operación.

Al mismo tiempo ordenaba a los distintos gobernadores militares me dieran cuenta de las necesidades de carburante y medio de transportes para completar los niveles señalados en dicha operación.

Que por último el día 25 a las 15,50 horas, recibí un telegrama del Jefe del estado Mayor del Ejercito ordenándome de que a partir de las 18,00 horas de dicho día, se suspendieran las medidas adoptadas en relación con la Operación BERTA 2, orden que fue inmediatamente transmitida a los distintos gobernadores militares, por mi Estado mayor.

SEGUNDO:

Que quiere hacer constar el declarante, con independencia de lo que anteriormente relata, que sobre las 18,40 horas del día 23, recibí una llamada telefónica del General Miláns del Bosch, Capitán General de la III Región Militar, en la que me relató las medidas que había pensado adoptar en el ámbito de su Jurisdicción, a lo que yo contesté que quedaba enterado de ello.

Que pocos momentos después, sobre las 18,45 horas del mismo día, recibí una llamada telefónica de S.M. el Rey, preguntándome si en esta Región ocurría alguna novedad, a lo que contesté, que en absoluto y que estaba a sus incondicionales órdenes.

Que sobre la 1,30 hora del día 24, recibí nueva llamada telefónica, esta vez de un ayudante de S.M., desde la Casa Real, quien me manifestó, en nombre del Rey el agradecimiento de éste por el comportamiento de esta Región Militar.

Y que por último, S.M. el Rey, en persona, me llamó a las 8,30 horas del día 24, dándome las más expresivas gracias por el comportamiento de las fuerzas a mis órdenes.

Y para que conste en el procedimiento de referencia conforme a lo prevenido en los artículos 581, 583 y concordantes del Código de Justicia Militar y oficio de dicho Juzgado del 9 del corriente, extiendo y firmo el presente en Sevilla a 17 de marzo de 1981. Firmado y rubricado”.

MERRY CAMBIA LA HORA DE LA LLAMADA DE MILANS

La lectura de la declaración escrita del general Merry Gordon, ofrece un curioso detalle que no debe pasar desapercibido a la hora de la narración en la cronología de cómo sucedieron los acontecimientos por él vividos. Dice que “sobre las 18,40” recibió la llamada de Miláns del Bosch avisándole de las medidas por él adoptadas en la tercera región militar. Realmente esa llamada se produjo antes incluso de las 18,21, hora en que fue asaltado el Congreso. Así lo confesó Merry al periodista ante testigos y también lo confirmaron diversas fuentes militares presentes aquella tarde del 23 en Capitanía. Merry elude ante la Justicia Militar este dato sencillamente para no verse imputado en el procedimiento ya que, tras la llamada de Miláns sobre las cinco de la tarde, Merry no dio cuenta de la operación al Jefe de Estado Mayor del Ejército e incluso al Rey dada la gravedad de lo que se avecinaba.

La centralita de la Capitanía de Sevilla echa humo avanzada la tarde del 23-F. El soldado que aquella jornada atendía las llamadas del exterior no salía de su asombro ante el contenido de algunos mensajes y comentarios espontáneos de supuestos patriotas anónimos.

-“Oiga, los rojos de nuestro pueblo han escondido los archivos y ellos se largan, tenemos escopetas ¿vamos a por ellos?”.

EL PARTE DE GUERRA, ¿DONDE COÑO ESTÁ EL PARTE?

Entre las decenas de llamadas de aquella noche, una voz muy conocida en las ondas sevillanas, llamó a Capitanía para ofrecerse a ocupar Radio Sevilla con el apoyo de un comando militar, e incluso ser la voz que leyera el parte de guerra o la declaración del Estado de Sitio en Sevilla y su provincia.

El Parte, ¿dónde está el Parte?, ¿Quién coño sabe cómo redactar un Parte de Guerra?. Inquietante pregunta la que se hacía esa tarde el gobernador militar de la plaza.

En las dependencias más administrativas de la Capitanía General, en la sede del Gobierno Militar, su titular es un sevillano llamado en el futuro a grandes destinos en la política militar española. Fue Capitán General de Galicia (VIII Región Militar), presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar tras el juicio de Campamento donde se juzgó a los protagonistas visibles de la intentona del 23-F, y Capitán General de la II Región Militar, empleos todos por designación política de la UCD y, sobre todo del PSOE, como colofón a su carrera en el Ejercito de Tierra. Un breve artículo mío en Diario16 Andalucía sobre el general, tras su toma de posesión como Capitán General, empleo que cerraba su brillante carrera en la ciudad donde empezó como teniente, animó al alcalde socialista Manuel del Valle a nombrarle “Hijo Predilecto” de Sevilla. Su silencio sobre los sucesos del golpe y su relevante posición en el escalafón político castrense, le dotaron durante dos décadas de una aureola de “héroe liberal” entre los militares de la democracia. En efecto, Manuel Esquivias Franco es otro de los generales de la noche del 23-F en Sevilla. Sin embargo su protagonismo público ha sido mínimo, alterado tan solo dos décadas después con un cruce de polémicas declaraciones con el entonces gobernador civil José María Sanz Pastor a cuenta de lo que uno y otro hicieron y se dijeron en aquellos momentos dramáticos para la democracia española.

GENERAL ESQUIVIAS,TUVO INFORMACIÓN QUE NO COMPARTIÓ.

Esquivias fue en esas largas horas uno de los sevillanos mejor informados de la situación y, para algunos, como dijo su compañero del Arma de Artillería coronel Manuel Ruiz Mateos, Esquivias fue esa noche un distinguido miembro de un club bautizado como “¿Quiénes vamos ganando?”. No en vano tenía línea directa con el general Fernando Esquivias, hermano suyo y máxima autoridad de la fuerza artillera española, al frente de su Estado Mayor.

Veinte años después, en un magnífico suplemento periodístico de Juan José Téllez en “Diario de Sevilla”, con motivo del redondo aniversario de la intentona, Manuel Esquivias recuperó la voz y la memoria perdida sobre “su 23-F” y habla. Y, de paso, también escribe a sus nietos una larga carta donde les cuenta un cuento real, vivido por el abuelo siendo gobernador militar un día en el que España estuvo divida más que nunca entre malos y buenos, las eternas dos españas que habrían de helarnos el corazón, una vez más. Un día, una noche, en la que muchos uniformes pudieron tranquilizar a los demócratas, pero no lo hicieron.

“ABUELITO, DIME TU…”

“¿Y tú, abuelo, Gobernador Militar de Sevilla que eras, qué hiciste aquella noche?, -podríais preguntarme, y no cabe duda que sería una buena pregunta.- (Escribe el propio Esquivias a sus nietos) Pues mi actuación personal aquella noche, - os contestaría, queridos nietos – pudiera resumirla diciéndoos que me limité a hacer algo que para los militares resulta muy sencillo, pues lo venimos practicando desde que por primera vez nos ponemos el uniforme: Obedecer; eso es lo que hice y así quedó reflejado en la declaración por escrito que unos días después hube de hacer a requerimiento del Juez Togado designado como Instructor de la Causa a que estos acontecimientos dieron lugar. De ella os transcribiré algunos párrafos, los más importantes, y que creo son de por sí suficientemente claros. Tras detallar como me enteré de lo que pasaba, las llamadas telefónicas de urgencia que hice y mi presencia en mi despacho oficial, añadía: “Tras disponer se tuviera localizados a los Jefes del Cuerpo, pase a Capitanía General, a entrevistarme con el Exmo. Sr. Capitán General, quien me dice que acaba de hablar con S.M. el Rey. Que nos mantengamos tranquilos, que estamos y estaremos a las órdenes de S.M. Esta entrevista tuvo lugar entre las 19,00 y las 19,10 horas”.

“No os he dicho- prosigue Esquivias en su escrito a los nietos- que el Capitán General era Merry, al que además de unirme una antigua amistad era compadre, pues él y su mujer, Rosario, fueron en su día padrinos de Chari, madre de parte de vosotros y tía de los demás. Quiero decir con esto que desde hacía muchos años estábamos muy compenetrados, y si para mí esta circunstancia me favorecía en mi trato con él como superior, él por su parte, me consta, se sentía cómodo y seguro al tenerme tan cercano como subordinado inmediato. Y tras el inciso, continuo con el relato de mi declaración: “Solicito permiso de S.E. para transmitir esta información – la conversación con el Rey- a los Jefes del Cuerpo, lo que hago una vez en mi despacho, por llamadas telefónicas y personalmente a los de las Unidades tipo Regimiento, Batallón o Grupo, tras informarles de la comunicación de S.M. el Rey al Capitán General en su caso”... Después, entre las 20,00 y las 21,00 horas, llamé por teléfono y hablé con el Gobernador Civil, para intercambiar información, y con el General Jefe del Sector Aéreo y el Comandante de Marina para anticiparles la Orden de Alerta que se iba a dar. “ Antes de las 21,00 vuelvo a Capitanía... Vuelvo a ver al Capitán General, y por él me entero de la situación en Valencia y del Bando del Capitán General de la 3ª Región Militar”. (...) “Sobre las 12,30 vuelvo a ver al Capitán General, que se encuentra en su domicilio, y allí me entero de que S.M. el Rey se va a dirigir a la Nación por televisión. Me despido una vez más de S.E., que me vuelve a insistir en que no habrá más ordenes que las que emanen de S.M. el rey”. Continuaba mi declaración detallando alguna medida que hubo que tomar, entrevistas con otros generales de la guarnición – entre ellos y muy en particular con Saavedra, Jefe de la División Guzmán el Bueno, a la que pertenecían la mayor parte de las tropas sevillanas, y más antiguo que yo, por lo que jerárquicamente era el que seguía al Capitán General – y otras conversaciones telefónicas con el gobernador civil, - que, por cierto, más tarde declaró que no tuvo noticia alguna de”sus vecinos”, a los que se pasó toda la noche esperando “ con una pistola sobre la mesa” – y el presidente accidental de la Junta, el notario Antonio Ojeda con el que continuo manteniendo una buena amistad. Y añadiría, refiriéndome ya a la mañana del 24: “El Capitán General me comunicó, cuando volví a verle, que S.M. el Rey le había llamado a las ocho de la mañana, para agradecerle su leal adhesión y su actuación”.

EL GOBERNADOR SANZ PASTOR, “ESE OTRO SEÑOR”

Aquella bocanada de aire fresco periodístico sobre el manido 23-F sevillano, veinte años después, con Esquivias como súper estrella, encendió sin pretenderlo una mecha que siguió aportando novedades, polémica e interrogantes sobre el 23-F en la sede de la II Región Militar. Interrogantes como las que se hace el propio Sanz Pastor en un capítulo de las memorias que está escribiendo sobre su vida como Embajador y político al servicio de España.

Esquivias al recuperar la voz trata con desprecio al entonces gobernador civil en su charla con Juan José Téllez.

“Y luego está ese otro señor, el gobernador civil, Sanz Pastor. Hablé con él, también, más de una vez por la noche y al día siguiente por la mañana. Ha escrito y ha dicho- manifiesta Manuel Esquivias- que no tuvo ninguna noticia de sus vecinos, que éramos nosotros, y que él nos estaba esperando con una pistola encima de la mesa. Todo eso lo ha escrito el señor Sanz Pastor. ¿Qué quiere hacerse?, ¿El héroe del 23-F? Que no tuviera comunicación con nosotros, todo eso es mentira. Lo de la pistola, será verdad, pero hablamos por teléfono y al día siguiente le expliqué: mira que hay una unidad de Artillería que viene con un vehículo de cadenas, una artillería autopropulsada, que va a cruzar Sevilla desde la Estación de Córdoba a Pineda, que no se alarme la gente... Todo eso -prosigue Esquivias- lo hablé yo con José María Sanz Pastor, ¡ y que me diga que no tuvo relaciones con nosotros! Ahora está de embajador por el África Negra, seguro que en los jaleos que ha habido en Ruanda algo tendrá que ver.”

En efecto, Sanz Pastor había estado unos años de Embajador en Tanzania y Ruanda-Burundi, junto a su mujer Macamen, reconociendo, entre otras cosas, cadáveres de compatriotas asesinados, ya sea de misioneros o de cooperantes.

SANZ PASTOR CUESTIONA LA LEALTAD CONSTITUCIONAL DE ESQUIVIAS.

El duro alegato del militar Esquivias Franco contra el ex gobernador civil del 23-F y ex delegado del gobierno de la UCD en Andalucía, recibe puntual respuesta en el libro de memorias que escribe el Embajador a caballo entre Lorca (Murcia) y Madrid.

Los sucesos del 23 de febrero de 1981 en el Gobierno Civil de Sevilla ya están redactados por el diplomático desde hace año y medio. Con su autorización transcribo a continuación, en rigurosa primicia, los pasajes más relevantes relacionados con el Gobernador Militar de la plaza Esquivias Franco la noche del 23-F del 81.

“Este ciudadano estuvo todo el tiempo con piel de zorro y vestido de camaleón. No por cierto en actitud muy honrosa, valiente y caballerosa. Estaba sentado popa al viento dominante siempre, al sol que más calienta y con el pantalón a media asta a disposición del ganador. También todo el tiempo hablando con su hermano en Madrid, quien le informaba. Su posición iba cambiando y cambiando, según soplaba el viento. Igual que todos los ´trepas´. Yo tuve con él un altercado muy fuerte el 24 de febrero, cuando me dijo que iban a entrar en Sevilla una parte de la Guzmán el Bueno que estaba de maniobras. Lo primero que supe es que me mentía, como mintió a muchos esa noche. Esa columna no había salido de maniobras, había salido estratégicamente para apoyar el golpe y eventualmente tomar Córdoba, eso lo veía un ciego. Me negué en redondo a que volvieran, le hice ver los peligros y la provocación. Me contestó “tendrán que volver con honor”. No me hizo caso, la columna volvió y gracias a Dios, volvimos a tener suerte y no pasó nada, pese al irresponsable de Esquivias. Exclusivamente por este altercado del 24, es por lo que, cuando vi a Juan José Rosón para contarle todo lo que había pasado en mi demarcación, le pedí el cese de Esquivias en Sevilla.”

Es obvio que de nada sirvió aquella petición del gobernador al titular de Interior; Esquivias se jubiló años después en la Capitanía de Sevilla y previamente fue ascendido al máximo órgano de la Justicia Militar. Sin embargo Sanz Pastor, en el referido capítulo de sus memorias que aquí se adelanta, plantea una serie de interrogantes entorno al papel jugado por el general sevillano como segundo en el escalafón aquella noche en Capitanía. He aquí las diez interrogantes de Sanz Pastor:

“Hay varias preguntas clave que debería contestar ese ´Pokemon de la Democracia´ que quiere ser hoy Esquivias Franco.

A.- Si era verdad que todos los de caqui estaban de nuestra parte, ¿por qué no hicieron lo que hizo el Ejército del Aire y la Marina? Nos habrían quitado una gran pesadilla a todos los que vivíamos en su zona y además al resto de España, que pensaba que la segunda Capitanía en saltar era Sevilla y tras ella Campano en Valladolid. Aire y Marina apoyaron en el acto al gobierno de la nación en Sevilla y así me lo hicieron saber y así se lo transmití a mi gente. ¡Los de caqui no!. Desde luego el camaleón de Esquivias, tampoco. Toda esa tarde y noche con ruido de sables, con tanques armados hasta los dientes, etc. ¡Para colmo eran mis vecinos!.

B.- ¿Por qué para él, era y es hoy, lógica la Operación Diana y no lo era para los de Aire y Marina?

C.- ¿Por qué, incluso tras la intervención del Rey en la TVE, siguieron dando la callada por respuesta y sin desmontar su operativo Diana? O hacer una declaración a los medios informativos y a mí; Aunque solo fuera para tranquilizar a la ciudadanía y para que yo desactivara el operativo de orden público.

D.- ¿Por qué Esquivias no mandó a arrestar ni esa noche, ni más adelante a los de transmisiones que fueron a tomar el gobierno civil? ¿Acaso fue él quien los mandó? Porque lo que es seguro es que un oficial de muy alta graduación les dio la orden. (Pretendían instalar una línea telefónica directa, ´cabeza cola´, entre el G.C. y Capitanía.

E.- ¿Por qué no mandó depurar responsabilidades sobre la actuación de la Guzmán el Bueno? No nos va a venir con la milonga que lo normal es cargar de munición y combustible sus efectivos. Lo mismo que para las unidades de caballería, ( tanques), que salieron para el Aljarafe.

F.- ¿Por qué recibieron en Capitanía y dieron calor humano esa noche a voluntarios golpistas de la sociedad civil sevillana?

G.- ¿Por qué no despidieron con cajas destempladas al General de Zona de la Guardia Civil?, quién desobedeciendo mis órdenes, so pretexto del ´estado de guerra decretado por el Ejército´, se había ido con ellos. Digo yo, que si tan claras tenían sus ideas demócratas, podían haberle dicho a ese General que como mínimo estaba equivocado, respecto a Sevilla. De esa forma o se venía con nosotros o cogía el avión para Valencia o para el Congreso.

H.- ¿Por qué no solamente no se opuso a que se redactara el Parte de Guerra en esa Capitanía? Sino que él mismo reprimió al que no supo redactarlo.

I.- ¿Quién mandó redactar la lista de civiles a controlar y eventualmente ´congelar´?

J.- ¿Por qué no se nos informó de la salida de tropas para el Aljarafe y tampoco de las maniobras de la Guzmán el Bueno hacia Córdoba y me entero a la mañana del 24?” (...)

“¿Acaso no era Gobernador Militar? ¿No era tan demócrata?, Entonces porque no ejerció su poder y asumió sus responsabilidades, en vez de la táctica del camaleón. Vamos a hablar claro. Merry estaba fuera de combate desde la hora del almuerzo. Por lo tanto quien le sucedía en el mando en la provincia de Sevilla era Esquivias, como Gobernador Militar. ¿Por qué no lo ejerció a favor de la Democracia? ¿Acaso Esquivias hubiera dejado que un Superior en el estado en que se encontraba Merry hubiera mandado las tropas a atacar a un ejército enemigo? Seguro que no.”

UNA VELA A DIOS Y OTRA AL DIABLO

Algunas fuentes militares aseguran que Esquivias quiso ser muy precavido, cuidando los aspectos militares y también los políticos. Mirando a izquierda y a derecha, poniéndole una vela a dios y otra al diablo. En ese afán por hilar fino, conducta por otra parte bastante generalizada en el ámbito castrense de Tierra en esas horas, no quiso ni siquiera que faltase el borrador del Parte de Guerra. Recurrió en efecto a la oficina de los Auditores, en la segunda planta, para pedirles “la plantilla del Parte de Guerra”, algo que le resultó extraño al teniente coronel Auditor Juan Gómez Calero y a los jurídicos presentes. Diversas fuentes confirman que hubo regañina del general a los militares de Auditoria por imprevisores, por no tener preparado un borrador del Parte de Guerra.

“SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS”

Pasadas las cinco y media de la tarde del 23 F, a los sones de La Marsellesa, en el Cine Avenida, remozado tras un incendio meses atrás, comienza la proyección de la película “Casablanca”. En el patio de butacas hay poca clientela, pero entre los espectadores destaca una pareja madura: ambos han sobrepasado hace años el medio siglo.

Él, con sienes plateadas, impecablemente vestido con traje gris, peinado y lacado, es el general jefe de la División Mecanizada Guzmán el Bueno, de nombre Manuel Saavedra Palmeyro. Ella es Nati, una atractiva mujer, viuda, con la que el apuesto general frecuentaba determinados locales públicos de la ciudad. Su liberalismo social le generó numerosas críticas poco después siendo ya Capitán General, resumidas todas ellas en un popular graffiti que invadió las paredes del entorno de Capitanía: “A la NATO con la Nati”. Otra gesta suya muy criticada fue el cese fulminante de su ayudante José Antonio Lasunción Goñi, experto jinete, que seleccionó un caballo para el jefe que derribó al general en plena salida de la Hermandad de Triana del Rocío. Fue tal el costalazo de Saavedra que anduvo semanas con dolores, pero a Goñi lo cesó sin más y castigó al caballo.

El general de División Manuel Saavedra y su acompañante femenina disfrutaban de las venturas y desventuras del famoso Rick en su café de Casablanca, en la “Francia libre, no ocupada”. A muchos kilómetros de allí, un viejo amigo y antiguo jefe de Saavedra en la Acorazada Brunete, se disponía a sacar los carros a las calles de Valencia; Como los alemanes en París, en uno de los momentos cumbre entre Bogart y Bergman en la película que entretenía al general aquella tarde sevillana de febrero del 81.

LAS DOS ESPAÑAS, EN LA PLAZA DE ESPAÑA

Si esa tarde noche hay un edificio en Sevilla que alberga a todas “las españas” del 23-F, ese es el de la Plaza España diseñado por Aníbal González como pabellón español del 29. En la torre Sur, hoy Delegación del Gobierno, tenía su sede la comandancia de la Guardia Civil y su despacho el coronel del Tercio; en el centro la Capitanía General y en la torre Norte el gobierno civil de la provincia, el primer bastión de la democracia constitucional aquella larga jornada en Sevilla.

El gobernador civil es un diplomático llamado José María Sanz Pastor Mellado. Primo político de Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo, cuya investidura se interrumpe por la asonada de Tejero; llega al gobierno civil de Sevilla, procedente de los de Cádiz y Alicante, aplicando una dura política de orden público.

Militante de la UCD, representa en la coalición centrista la socialdemocracia de la mano de su amigo Paco, Francisco Fernández Ordóñez. Sanz Pastor fue un gobernador muy contestado desde la izquierda comunista y sus formas fueron marcadamente duras y dictatoriales en materia de orden público tanto en Cádiz como en Sevilla.

Por la mañana del 23-F Sanz Pastor llama al ministro del Interior Juan José Rosón para anunciarle que viajará esa tarde a Madrid para asistir a la sesión de investidura de su primo y a la posterior fiesta familiar prevista por los Calvo Sotelo para celebrar el nombramiento del patriarca, como presidente del gobierno. Rosón se lo prohíbe expresamente con la excusa de que han sido muchos los que han querido asistir a la investidura en Madrid y que les había sido denegado el permiso.

“Siempre quise preguntarle a Juanjo Rosón por qué, en verdad, me prohibió salir de Sevilla aquel día...,pero murió tempranamente” lamenta años después Sanz Pastor.

LA SOLEDAD DEL PRIMER MOMENTO

José María y su esposa María del Carmen Moreno de Alborán (Macamen) se contentan con escuchar por la radio la investidura del “primo Poldo” y conocen al momento los sucesos de la Carrera de San Jerónimo. Contacta el gobernador con Madrid de inmediato, a través de la red privada de comunicaciones gubernamentales, y solo consigue hablar con un Director General “el único que estaba allí, quien obviamente sabía lo mismo que yo. Al despedirme le dije: ´bueno, quedo a la espera de tus órdenes´. Me contestó que no, que teníamos la misma categoría. Entonces me di cuenta de que estaba solo y que igual que yo estaban el resto de mis compañeros. Tomé la decisión de actuar, a partir de ese momento, por mi cuenta y asumir mis decisiones bajo mi total responsabilidad. Basándome en un artículo del Reglamento de Gobernadores mandé por telex un escrito al Ministerio en el que prácticamente me declaraba ´independiente´, hasta que se aclarara la situación y añadía: ´por lo tanto yo seré el único responsable ante los tribunales de Justicia de lo que pase en Sevilla´. Más tarde hablé con Paco Laína, ¡qué alivio, ya no estaba solo! ; sino además acompañando a un valiente y muy buen profesional”.

El gobernador, un mes antes en su toma de posesión a finales de diciembre, empezó diciendo: “Creo en la democracia” e hizo un canto a la “libertad, a la justicia, al orden y al progreso...”. El Correo de Andalucía editorializó, bajo el título “Un gobernador para gobernar” con estas palabras: “Es un auténtico discurso, no una pieza de oratoria”.

A los pocos minutos del golpe decide tomar la iniciativa convocando, con carácter de urgencia, a la Junta Provincial de Orden Público que él mismo presidirá una hora después, a las 19,30 y que solo durará quince minutos.

“Tenía claras las ideas, de lo que quería defender: la Democracia, la Constitución, la Monarquía y al Gobierno de la Nación. En una palabra la Libertad del Pueblo español. Tenía también las ideas claras de quiénes eran nuestros enemigos declarados, cierto es que no tenía ni idea de los cobardes, vestidos de camaleón, ni de donde estaban. Por eso me impuse sospechar en principio de todo y todos, hasta que me demostraran lo contrario. Finalmente tenía otra idea clarísima: la excusa de Miláns era el ´vacío de poder´. Yo tenía que cargármela y ponerles las cosas más difíciles, a los que pudiesen sublevarse en Sevilla. Eso era esencial; pues aún en el supuesto de que triunfaran, en el extranjero les iba a ser más difícil aún ser reconocidos como Gobierno legítimo de España. Por ello convoqué en el acto a la Junta de Orden Público y me puse a redactar el acta de la reunión. Tenía delante de mí el manifiesto de Miláns. A él me ceñí, para cargarme todos sus argumentos y decisiones. En Sevilla no tendrían la excusa del vacío de poder. Vista el acta mía, veinte años después, es justo la antítesis, punto por punto”.

Sin embargo el gobernador sabía que el enemigo en potencia lo tenía también dentro de los muros del Gobierno Civil. Lo supo cuando aquella tarde va y le pregunta al Secretario General, Mario López, padre de Pina López Gay, dirigente de la Joven Guardia Roja.

-Oye Mario, ¿qué hicieron en el 36 con el gobernador republicano?

-Lo fusilamos a los pocos días y eso que iba a misa y comulgaba, cosa que tu no haces.

Se quedó helado el gobernador. A partir de ese momento y hasta el final solo confió en Joaquín Ramón, quien acabó sustituyendo a López en el puesto meses después.

Integraban la Junta de Orden Público los mandos naturales del Cuerpo General de Policía, la Policía Armada y la Guardia Civil. El coronel del Tercio de la Benemérita es el único que no acude a la convocatoria, permaneciendo desaparecido durante toda la tarde noche. Le sustituye su segundo jefe, un teniente coronel.

LA NOCHE LOCA DEL CORONEL DE LA GUARDIA CIVIL

Estaba el coronel ocupado en cierta aventura y no precisamente militar en un apartamento de la costa de Huelva. A media mañana del 24 apareció ante el gobernador civil, a quien le solicitó hablar en privado “de hombre a hombre y de caballero a caballero”.

-Tú dirás coronel.

-Es que he estado en Punta Umbría con una dama toda la noche...

-Jó, coronel, te habrás quedado seco de tanto follar para no enterarte de lo que pasaba en España, con lo largo que ha sido todo..., enhorabuena coronel, veo que estás en plena forma.

La notable ausencia del máximo jefe en Sevilla del benemérito instituto en tan crucial reunión, levantó suspicacias de todo tipo en torno al nivel de implicación en la intentona de mandos del Cuerpo en la plaza. El General de la Zona, por ejemplo, se negó a obedecer al gobernador argumentando que en él mandaban los ocho gobernadores de Andalucía, no solo el de Sevilla. “Al menos mandaré en uno de tus brazos” le contra argumentó bromeando el gobernador sin éxito. El general de la G.C. se refugió en Capitanía. Por aquellas fechas, previas al 23-F, guardias civiles de la Comandancia sevillana habían estado espiando a miembros de la Policía Armada y del Cuerpo General de Policía, así como a algunos dirigentes de la izquierda. Algo por otra parte habitual en aquella época donde las garantías constitucionales eran poco respetadas por el aparato de la dictadura que se mantenía en sus puestos en la incipiente democracia. Pero la Guardia Civil tampoco estaba al loro del “tejerazo”, al menos su máximo jefe en Sevilla. Estaba en Punta Umbría, de relax.

DECISIVA JUNTA DE ORDEN PÚBLICO EN SEVILLA A LAS 19,30, UNA HORA DESPUÉS DEL ASALTO AL CONGRESO.

El gobernador se decide a actuar, resistir y poner firmes a los uniformes y policías bajo su mando.

El texto de la declaración en forma de acta (cuyo original por cierto desapareció de los Archivos oficiales del Gobierno Civil) no tiene desperdicio:

“Acta de la reunión de la Junta de Orden Público celebrada el día 23 de febrero de 1981.

Hora de comienzo: 19,30

Hora de terminación: 19,45

Lugar: Gobierno Civil.

Asistentes: Gobernador Civil, Jefe Superior de Policía; Teniente Coronel Jefe de la 211ª Comandancia de la Guardia Civil; Coronel Jefe de la Policía Nacional; Inspector Jefe Regional de Servicios de la Jefatura Superior de Policía; Comandante Ayudante de la Policía Nacional; Secretario General del Gobierno Civil.

Intervención del Gobernador Civil:

Ante la información recibida sobre los incidentes ocurridos en el Congreso de Diputados durante la sesión de Investidura del Presidente del Gobierno, les he llamado a Uds. como Jefes Superiores de las Fuerzas de Orden Público de la Provincia de Sevilla, para comunicarles oficialmente que, como Gobernador Civil de esta Provincia y conforme a las atribuciones que me da la normativa vigente de mando y coordinación de las Fuerzas de Orden Público, ordeno bajo mi total responsabilidad que se mantengan en situación de alerta máxima todos sus efectivos, se intensifiquen los servicios de Información y se me transmita cualquier incidencia en la Provincia, en el instante, recuperen inmediatamente la totalidad de sus efectivos personales y en los Cuarteles de la Policía Nacional, Comisarías y, así mismo, en la Comandancia, Compañías, Líneas y Puestos de la Guardia Civil, se esté listo para una eventual rápida intervención, que sería ordenada exclusiva, directa y personalmente por mi Autoridad. Les recuerdo, así mismo, que no quiero dramatismos, ni que se trasluzca inquietud o inseguridad, tanto en las Fuerzas bajo sus órdenes o en los ciudadanos. Les recuerdo que tengan presente que no hay buenos ni malos históricos, sino solo la defensa de la Constitución, de la Monarquía y de España y que sus enemigos, sean quiénes sean, serán los nuestros. Les pido, una vez más, que hagan honor a su Cuerpo y uniforme con el espíritu de estricta profesionalidad que históricamente les acredita y a las órdenes siempre del Gobierno de la Nación y al servicio de la Monarquía Constitucional.

Sin más asuntos que tratar, se levanta la sesión a la hora antes indicada; de todo lo cual, como Secretario doy fe.” (Rubricado por Mario López López).

Junto al texto del acta de la JOP, Sanz Pastor redacta una nota para la opinión pública. Tampoco le tembló el pulso a la hora de plasmar renglones constitucionales en las dos primeras horas de la crisis:

“Este Gobierno Civil, en defensa del estado democrático vigente y de la Monarquía constitucional, ha procedido a la adopción, por mi propia Autoridad, de las medidas adecuadas que requiere la actual situación.

En virtud, y para general observancia, se le informa lo siguiente:

1. La paz y la seguridad ciudadana están convenientemente protegidas contra cualquier intento de perturbación, para lo que han sido ya adoptadas las medidas cautelares y disuasorias.

2. En previsión de que, en uso del ejercicio del derecho de reunión en lugares abiertos al tránsito público, pudiera producirse algún tipo de disturbios, mi Autoridad recuerda que no podrán desarrollarse sin su previo conocimiento.

3. Las actividades laboral, mercantil, docente, de abastecimientos y mercados y, en general, todos los servicios públicos, con sus correspondientes horarios, deberán desarrollarse con total normalidad; por lo que se recuerda que cualquier intento de alteración por grupos o piquetes de cualquier índole y significación, serian puestos de inmediato en conocimiento de la Autoridad competente, a los efectos de la exigencia de la oportuna responsabilidad.

4. En evitación de que puedan divulgarse noticias confusas procedentes de grupos incontrolados, se recuerda que este Gobierno Civil mantendrá, en su caso, informada a la opinión pública, preservándola así de posibles actos de divulgación irresponsable”.

Envía el gobernador patrullas de protección a las sedes de las emisoras de radio y a TVE en La Palmera. Como buen aficionado a la caza y a las armas, se dota de un nueve corto y munición suficiente para, por lo menos, llevarse por delante a cualquier uniforme que pretendiese usurparle un sillón que simbolizaba, aquella noche en Sevilla, el poder constitucional legalmente establecido y que pensaba defender incluso con su vida.

A él no iba a pasarle lo que a su amigo y colega de Valencia José María del Río, secuestrado por los militares en su propio despacho del Gobierno Civil valenciano y sin capacidad de respuesta.

"EL VENENO ESTÁ SERVIDO", EL ABC DE HUELGA Y NICOLÁS SALAS EN EL GOBIERNO CIVIL.

Una de las primeras visitas que recibe en su despacho es la del director de ABC de Sevilla, Nicolás Jesús Salas. Un artículo suyo el día ante titulado “El veneno está servido”, en su sección habitual “Sin rodeos”, dio pábulo a numerosas interpretaciones que le situaban en canales de información privilegiada del entorno golpista. Era un artículo muy pesimista, de alguien con capacidad de análisis y desde luego bien informado sobre el malestar reinante en el ámbito castrense, y donde se intuían posibles desgracias para el sistema democrático español. Aquel artículo trajo mucha cola después. A los pocos días del golpe, un acaudalado terrateniente sevillano de la extrema derecha, se presentó en el juzgado con el texto del artículo denunciando a su autor, el juez nunca llamó a Salas a declarar. El periodista Román Orozco, flamante director de Diario16 Andalucía en 1981, quiso polemizar con ABC y atacó a su director al que tachó de “golpista” en un editorial a cuenta de “El veneno está servido”. Comenzó entonces un largo proceso judicial dándole la razón a Salas el Supremo, once años después, y condenando a Orozco a indemnizar al calumniado. (Dinero que fue a parar a la Orden de San Juan de Dios).

Ya me dirás, afirma Nicolás Salas, para qué sirvió tener razón once años después. Justicia lenta, es injusticia. No lo volvería a repetir y hubiera sido mejor defenderme desde ABC, como me autorizó Guillermo Luca de Tena, con toda la artillería que poseía sobre tan despreciable individuo. Ahora, como sabes, es un protegido de PRISA en todos sus medios, incluida la SER, donde pontifica en las tertulias siempre a favor del PSOE”.

Salas, aquella tarde del 23-F, se enfrentaba no solo a un golpe de Estado, también al histórico ejemplar que debería sacar ABC de Sevilla al día siguiente y con un comité de huelga que se negaba a sacar el periódico del día 24. El propio Nicolás Salas cuenta así su entrevista con Sanz Pastor aquella noche:

Fue entonces cuando decidí ir al Gobierno Civil para hablar con José María Sanz-Pastor Mellado, y tratar de conocer la situación e informarle de que ABC no saldría al día siguiente. Cuando llegué hasta la mesa del despacho del gobernador civil, éste estaba hablando por teléfono con su homónimo de Valencia, y las noticias que recibía le tenían sobrecogido. "Los tanques están en las calles de Valencia", me dijo con voz tenue nada más acercarme a su mesa, sobre la que observé una pistola del nueve corto. Cuando colgó el teléfono me dijo que había llamado al Ministerio para conocer detalles, y que en Madrid tampoco sabían nada en concreto, pero que estaba en espera de recibir instrucciones. Entonces le pregunté por el control de las emisoras de radio de Sevilla, recordándole que en 1936 fue Unión Radio Sevilla el soporte eficaz para el triunfo del alzamiento militar.

Su respuesta fue descolgar el teléfono y llamar al jefe superior de Policía para ordenarle que todas las emisoras locales fueran custodiadas para evitar que pudieran ser utilizadas por personas ajenas a las empresas.

Cuando supo que ABC estaba en huelga y no saldría al día siguiente, me dijo con voz tajante: "Pues si no sale ABC estarás colaborando con quienes ha asaltado el Congreso y darás sensación de anormalidad y desorden. Así que irás a la cárcel". Enseguida comprendió que yo no tenía nada que ver con la huelga y que necesitaba ayuda para sacar el periódico a la calle. Dio orden para que la Policía Nacional custodiara la sede del periódico y a quienes decidieran trabajar. Poco después, cuando regresé al periódico, encontré a todo el personal de Redacción, Administración y Talleres trabajando por voluntad propia e ignorando el mandato de huelga”

El gobernador mientras despliega una inusitada actividad de contactos telefónicos, recibe la llamada del Capitán General del Aire, el teniente General Fernando de Querol Müller, que se encuentra en Madrid atendiendo a su anciana madre hospitalizada y con cierta gravedad. El general le ofrece al gobernador su despacho y su Cuartel General en el Aeródromo de Tablada, por si considera arriesgado permanecer tan cerca de la otra Capitanía.

A lo que responde Sanz Pastor que “muchas gracias, pero no creo que haga falta mi general, los vecinos están tranquilos según me ha dicho el general Urrutia”. También le llama “Títo Lloveres”, el Almirante Alberto Lloveres, Capitán General de la Zona Marítima del Estrecho en San Fernando quien le ofrece ayuda y protección en nombre de la Marina.

"EL HOMBRE DE MILANS EN SEVILLA"

Minutos después, Sanz Pastor, escucha en la radio el nombre de Miláns del Bosch y viene a la memoria del gobernador su entrevista de despedida con Miláns en Valencia cuando dejó el cargo de gobernador civil de Alicante.

-¡Ay va Dios, Manolito Saavedra, el jefe de la Guzmán, el hombre de Miláns en Sevilla!.

En efecto, Miláns tras una protocolaria audiencia en la Capitanía al gobernador que se despedía para irse a Sevilla, el general le dijo a Sanz Pastor:

-Oye José María, si necesitas algo de mí no dudes en acudir a Manolo Saavedra, él es mi hombre en Sevilla.

Aquella frase, aquella afirmación, el nombre del general Saavedra, no volvería a la mente del político socialdemócrata hasta la misma tarde del 23 de febrero, cuando irrumpe Miláns con sus carros por las calles de Valencia.

Sanz Pastor habla de inmediato con el jefe Superior de Policía, Raimundo Maestro Rebaque y le pide que funcionarios de su confianza controlen los pasos del general Saavedra esa tarde noche. Pero el general de la División, que luego sucedería a Merry en la capitanía, estaba en el cine, disfrutando de la película “Casablanca” en grata compañía. Sus mandos de la División, sin embargo, tenían municionadas y repostadas las unidades dispuestas a intervenir, concretamente los regimientos Soria 9 y Sagunto 7, en las salidas para Málaga y Cádiz respectivamente, la fuerza más importante de la División en la capital andaluza. Todos permanecieron en situación de tensa espera hasta el amanecer, pero su general jefe nunca apareció ni impartió orden alguna. Pasadas las diez y media de la noche Saavedra llegó con su acompañante femenina hasta la puerta de Capitanía, volvían del cine. Allí el oficial de guardia le da las novedades y le dice que lleva toda la tarde buscándole el Capitán General. Saavedra reclama la presencia de un soldado de guardia.

-“Soldado, búscale un taxi a la señora para que la lleve a casa”.

OPERACIÓN DIANA, EN MARCHA Y SIN AVISAR

Los militares, unilateralmente y sin comunicarlo a las autoridades civiles, habían puesto en marcha la primera fase de la “Operación Diana”, un dispositivo militar para casos de emergencia nacional. Nadie en Capitanía envió comunicado alguno a las emisoras de radio y ni siquiera lo hicieron saber al gobernador civil o al presidente de la Junta en funciones, el consejero de Interior Antonio Ojeda Escobar.

El único problema que tenían algunos generales y coroneles destinados en Sevilla aquella tarde es que no sabían quién era el enemigo, a quién combatir o de quién defenderse. El propio Esquivias, que siempre se ha negado a juzgar “ni para bien ni para mal” a los golpistas, compañeros y amigos suyos en el oficio de las armas, ha querido dejar escritas reflexiones personales sobre aquella jornada, duras sin embargo contra quiénes han publicado libros o artículos sobre lo sucedido el 23-F en la Capitanía de Sevilla. Acusa el general de falta de rigor a los periodistas, olvidando quizás el excesivo hermetismo y también el camaleonismo de los militares protagonistas de aquella noche en la Capitanía del sur. Una noche en la que muchos ingresaron en el Club del “¿Quiénes vamos ganando?”, dudando, esperando o quizás deseando una orden de ataque del Comandante General de los Ejércitos, o sea el Rey.

Esquivias Franco se reconoce en una frase del general Quintana Lacacci al ser preguntado sobre, qué hubiese hecho de recibir una orden del Rey para sacar los tanques a las calles:

-“Me hubiera puesto en primer tiempo de saludo y lo hubiese ordenado”. Esquivias responde: “Y así lo hubieran hecho todos, no me cabe duda, si el Rey hubiese dado tal orden”.

Precisamente por la lealtad del Ejército al Rey, ordenada por Francisco Franco antes de su muerte, considera Esquivias que el Ejército no se sumó institucionalmente al golpe. Quizás por ese cúmulo de circunstancias considera que el 23-F podría definirse como “La noche que Franco salvó la Democracia”. (Sic)

Aquel día, el presidente socialista de la Diputación, el abogado Manuel del Valle Arévalo, autor material de la foto del “Clan de la tortilla” en los Pinares de Puebla, viajaba en su coche oficial por el término municipal de Guillena. Acudía en visita oficial a inaugurar unos pozos que había financiado la corporación provincial. Avisado por su chofer del asalto al Congreso, del Valle ordena que tome dirección Portugal por la frontera de Rosal. Pero cual no sería su desgracia que a los pocos kilómetros del país vecino, el político sevillano y sus acompañantes, se dieron cuenta de que ninguno llevaba pasaporte y que por tanto era impensable que les dejasen salir del país. Así que tuvieron que volverse a la ciudad y ponerse a buen recaudo. Sí cruzaron la frontera de Portugal personajes tan dispares como Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde revolucionario de Marinaleda, y Celestino Fernández Ortiz presidente de la Asociación de la Prensa y director de la Hoja del Lunes de Sevilla, hombre de derechas de toda la vida.

ANTENAS COMUNISTAS Y DE LA CIA REPARTIDAS AQUELLA NOCHE POR SEVILLA.

La izquierda en general se ocultó y algunos tuvieron capacidad para organizarse. Entre estos últimos el aparato comunista, con el ex jesuita Juan Bosco Díaz de Urmeneta al frente, que aprovechó su organización interna para establecer una red informativa por toda la ciudad y cercana a los acuartelamientos.

“Los comunistas son los que mejor información manejaron en Sevilla la noche del 23 de febrero” afirmó repetidamente José María Sanz Pastor y así fue en realidad. La experiencia para moverse en la clandestinidad de muchos militantes del PCE, fue vital aquella noche para conocer, por ejemplo, cómo en Las Canteras los carros estaban siendo repostados y municionados.

Pero el resto de la izquierda desapareció, viviéndose aquella noche miles de aventuras personales guiadas lógicamente por el instinto de supervivencia y protección. Los más preocupados por su integridad física fueron con diferencia los dirigentes y militantes del PTE.

Eladio Gracia Castro, Isidoro Moreno y Antonio Torres este ultimo en Lebrija eran figuras destacadas y seguidos muy de cerca por la policía y también por la esposa del Cónsul General de los EEUU en Sevilla.

En efecto, la cónsul consorte había sido jefe de la Antena de la CIA en la embajada de Santiago de Chile cuando el golpe militar de Pinochet contra Salvador Allende. Quemada tras el golpe, años después, Gigi Purdy siguió trabajando para la Agencia desde la tranquila Sevilla, mientras su esposo estuvo destinado aquí como Cónsul. Y, paradojas del destino y el discurrir de los años, el matrimonio Purdy han vuelto jubilados a Chile veinte años después para quedarse a vivir y Eladio García Castro, ex secretario general del temido PTE, acabó como jefe de personal de la muy americana ´General Motors´ en su sede de Puerto Real en Cádiz.

LOS PERIODISTAS EN EL CINE Y LOS ESPIAS DEL CESID SIN RADIO.

La convocatoria de una rueda de prensa y el estreno de una película a primera hora de la tarde del 23-F, sobre el 28-F andaluz, invitados por el recién nombrado consejero de Cultura Rafael Román Guerrero, congregó a casi toda la tribu periodística sevillana en la sede de El Monte. Mientras los periodistas de Sevilla vivíamos sensaciones históricas de tan solo un año atrás, lejos de allí, otros pensaban en cruentas prácticas del pasado con fusilamientos al amanecer frente a tapias de cementerio. Fue la voz y la expresión horrorizada de Pilar del Río, entonces redactora de La Voz del Guadalquivir de Radio Cadena Española, la que nos dio a unos cuantos compañeros la noticia del asalto al Congreso por Tejero y su banda. Acababa de llamar desde una cabina a su emisora y allí le comunicaron la confusa noticia. El grupo de periodistas se disolvió de inmediato en plena Campana de Sevilla. Era una tarde fría y con nubes amenazantes en el cielo.

Sobre esa hora, las siete menos cuarto de la tarde, un automóvil de color oscuro entra en Sevilla por la Avda. de Kansas City procedente de Córdoba y se para justo en el semáforo frente al entonces moderno hotel Los Lebreros, propiedad Rumasa. Viajan en él cuatro hombres que charlan animadamente y vuelven de Córdoba donde han almorzado, en un afamado restaurante.

Vienen hablando todo el camino porque la radio del coche no funcionaba. A su altura, en el mismo semáforo, un taxista baja su ventanilla y pregunta a los del coche contiguo:

-Oiga, ¿qué saben Uds. del golpe de Estado?

Nada de nada sabían los cuatro ocupantes del coche oscuro, uno de los cuales proclamó luego en todo divertido:

-Joder, que pinta de espías debemos tener que hasta el taxista nos ha calado.

Eran, todos ellos, la plana mayor del servicio de inteligencia (CESID) en su oficina de Sevilla. Al frente de la cual estaba un coronel, uno de los ocupantes del coche donde nadie sabía nada del golpe. Una asonada, por cierto, en la que un sector del espionaje estaba metido hasta las cachas a través dos ilustres agentes de la inteligencia española, el comandante José Luis Cortina Prieto y el coronel José Ignacio San Martín.

“Si lo que Ud. piensa es que yo le diga que el CESID estaba al tanto de eso, pues creo que sí” llegaría a afirmar años después el general Esquivias. Los espías sevillanos, antes de llegar a su oficina en el cuartel de Ingenieros de la Avda. de la Borbolla, pasaron previamente por Capitanía y allí se enteraron de lo sucedido, quedándose demudados y sorprendidos.

El taxista, pensó uno de ellos, no era tan listo. No, no tenían cara de espías. Sencillamente, era verdad lo del golpe de Estado.

RADIO SEVILLA, LA SIMBÓLICA EMISORA QUE FUE DE QUEIPO DE LLANO EN 1936.

A las siete y cuarto de la tarde, el patio central del viejo caserón que alberga los estudios y oficinas de Radio Sevilla E.A.J. 5, está más concurrido de lo habitual. Casi todo el personal de la emisora se concentra al calor de la grave noticia en la puerta del control central en la planta baja. En un magnetófono, donde se grababan los discursos de la sesión de investidura, una enorme cinta, una “torta”, contenía la grabación de la retransmisión que Rafael Luis Díaz estaba realizado en directo por la SER, hasta que llegaron los guardias al asalto, “apaga eso, que te mato, apágalo”. La emisora seguía conectada a la cadena en Madrid donde Eugenio Fontán Pérez, director general y Fernando Ónega López ,Jefe de los Servicios Informativos, tomaron las riendas y convirtieron a la SER en eje central de la primera noche de los transistores en España. El director de Radio Sevilla, Ángel Botana, tras comprobar cómo los ánimos andaban alterados por la actitud arrogante de los más veteranos de la casa, encantados por cierto con el asalto al Congreso, frente a los más progresistas, mandó a todos a sus casas y dejó un servicio de mínimos integrado por tres personas con él al frente.

A mí, como redactor jefe, me tocó quedarme al pie del cañón ( y nunca mejor aplicada la frase) aquella noche, controlando las llamadas que llegaban a la emisora a través de una vieja centralita de enrevesadas clavijas y que solo entendía y dominaba a la perfección la telefonista de la casa, Rosa Hidalgo Valero, que ya había cumplido ese día su horario laboral. Rosa era una telefonista singular, con reflejos y reaños suficientes como para enfrentarse a un terrorista del GRAPO que llamó meses atrás a la emisora para reivindicar la explosión de un artefacto.

-Ah, muchas gracias. Pero yo me voy a cagar en tu puta madre y en tó tus muertos, so cabrón.

Así despedía Rosa a los violentos por teléfono. Aquella noche nos hubiese sido de gran utilidad.

-“Rojos de mierda, os ha llegado la hora... vamos a por vosotros”, “Ahora os vais a enterar, vamos a quemar Radio Moscú con vosotros dentro, rojos, traidores, anarquistas...” (Así llamaba la extrema derecha a Radio Sevilla desde la época de Iñaki Gabilondo como director de la emisora en 1975)

Decenas de llamadas anónimas de gentes dispuestas al ajuste de cuentas y a ejecutar venganzas llegaban, una tras otra, a los teléfonos de la emisora decana. Llamé al gobernador civil, con quien mantenía notables y públicas diferencias desde su etapa en Cádiz como gobernador, para preguntarle por la situación. Hacía pocos días que habíamos mantenido un encontronazo público y sonoro cuando agredió verbalmente a Pilar del Río acusándola de ser filo comunista, en la primera rueda de prensa celebrada por Sanz Pastor, convocada en la sede del cuartel de la Policía Armada en Los Remedios. Salí en defensa de la compañera, encarándome con él y amenazando con abandonar la reunión si seguía por ese camino. El gobernador se tranquilizó y arrió velas. Al día siguiente José Maria Javierre dedicó un editorial al incidente en el Correo, atizándole fuerte al prepotente político socialdemócrata.

EL CABO QUE ESPERABA LOS TANQUES DE LA GUZMAN EL BUENO

Pese a mis reservas iniciales por nuestra pésima relación, me atendió rápido, cordial y muy cercano en el trato. Me anuncia que envía un coche patrulla para “que la emisora y vosotros estéis protegidos”. En efecto, a la media hora tres policías grises se encajan en Radio Sevilla. Dos números de edad madura y un cabo joven. Dicen traer instrucciones concretas: “aquí no habla ni dios por el micrófono”. Sigue bien la tarde, pensé.

Uno de ellos, cabo primera, que mandaba más que los otros, pregunta nada más llegar si en Valencia se ha decretado el Estado de Sitio.

Se le responde que sí y que los carros de la División Maestrazgo están en ese momento circulando por las calles de la capital del Turia. El cabo, solemnemente, mira su reloj de pulsera y sentencia:

-“Pues aquí no tardarán mucho en llegar”.

Y nos miró de soslayo.

Cerca de las ocho de la tarde Sanz Pastor me anuncia telefónicamente que enviará el texto íntegro del acta de la Junta de Orden Público, con una nota a la opinión pública y que debe ser leída en su totalidad ante los micrófonos de la emisora, con la única intención de tranquilizar a la opinión pública sevillana, ya que todo está bajo el control de la autoridad constitucional en la capital y provincia. Un motorista trae la copia del acta que me entrega tras franquearle la gran cancela que da acceso a la sede de la emisora.

Cuando me disponía a entrar en el locutorio e indicarle al técnico Manuel Bárcenas que cortase la señal de Cadena, para poder leer el texto íntegro ante el micrófono del estudio, convertido más tarde en “la Colina” de Jesús Quintero, el cabo de la Policía Armada me intercepta y ordena que sean resumidos ambos comunicados porque “son demasiado largos”. No entendíamos nada, absolutamente nada ni Ángel Botana ni yo mismo. Un guardia, un simple cabo metralleta en mano, ordenando justo lo contrario que su jefe, el gobernador, nos había indicado. ¡En menudas manos nos había puesto Sanz Pastor! pensé.

En efecto, siguiendo las instrucciones del cabo, (al que Ángel Botana, con fino humor gallego bautizó aquella noche como el ´General Custer´) se resumió el acta con una vieja Hispano Olivetti (que conservo, regalada por Eugenio Galdón al marcharme de la SER), en papel cebolla y con copia. Pedí al director de la emisora que estampara su firma y el texto salió a las ondas aquella noche; pero detrás, mientras leía el obligado breve alegato, dos policías, metralleta en mano, me apuntaban por si acaso. Eso sí que era estar al pie del cañón.

EL PRESIDENTE DE LA JUNTA, SECUESTRADO

La clase política desapareció literalmente de la circulación, mientras los diputados y senadores de la circunscripción sevillana permanecían secuestrados, como todos, en el Congreso de los Diputados. Entre otros Rafael Escuredo Rodríguez, a la sazón Presidente de la Junta y protagonista, un año atrás, de un referéndum que empezó de cachondeo para el estamento militar y terminó considerado como un paso grave en la “ruptura de la Unidad de la Patria”. También estaba en el hemiciclo otro “separatista” llamado Manuel Clavero Arévalo y todos los diputados y senadores sevillanos.

En la sede regional del PSOE-A, en la calle Infante Don Carlos, a unos cincuenta metros de la Capitanía General, había poca gente esa tarde con el secretario general José Rodríguez de la Borbolla y Camoyán: Rosa Baleriola, Josele Amores y el periodista de TVE, militante socialista y de UGT, José Domingo Romero. De pronto, un concejal socialista de la localidad sevillana de Salteras, Pepe Silva, aparece en la sede dispuesto a ayudar a ocultar o destruir los archivos con los nombres y direcciones de los militantes del partido. Se habla de una huida hacia Argelia o Portugal, pero lo descartan. Los papeles son guardados a buen recaudo, al igual que los ficheros comunistas de la calle Teodosio, ocultos en el congelador de una pollería. El PCE, que venía de una dura clandestinidad y por la que se sabía mover, fueron los únicos que esa noche patrullaron la ciudad en coches utilitarios que se movían de aquí para allá camuflados de panaderos, repartidores o repostando de quinientas en quinientas pesetas en una gasolinera frente a los cuarteles más sospechosos. De hecho, el informe elaborado con la información aportada por las células comunistas en aquellas largas horas, fue el más completo que se hizo días después del golpe sobre lo sucedido en Sevilla en aquella noche que presumían de cuchillos largos y campos de fútbol..

UN PRESIDENTE AUTONOMICO INDOCUMENTADO

A las seis y veinte de la tarde, en un coche del PMM prestado a la Junta preautonómica por el ministerio y conducido por José Borrero llega a La Pasarela, junto a la Universidad y la Audiencia con la Capitanía a lo lejos. Viajan en él Antonio Ojeda Escobar, consejero de Interior de la Junta y su viceconsejero José Aureliano Recio Arias. Vuelven de Córdoba tras un viaje iniciado de buena mañana con una breve escala, para tomar café, en la vieja terminal del Aeropuerto San Pablo. Allí coinciden con varios diputados socialistas, Alfonso Guerra, Luis Yáñez, Rafael Escuredo, Alfonso Lazo y Ana Mª Ruiz Tagle que viajan a Madrid para asistir a la sesión de investidura de Calvo Sotelo. Ojeda comenta con los dirigentes del partido detalles sobre la Asamblea de Parlamentarios prevista para el 28-F en Córdoba. Precisamente aquel viaje a Córdoba tenía por objeto visitar las instalaciones de la Diputación provincial, donde iba a celebrarse tan histórica reunión, en la que además de aprobar el Estatuto de Autonomía se habló y mucho de libertad, constitución, democracia y el susto de cuatro días antes.

Ojeda y sus acompañantes oyen los disparos en la radio del coche y deciden dirigirse al Pabellón Real, sede de la presidencia de la incipiente Junta. El notorio notario, por cierto, iba ese día indocumentado.

Ya en su despacho oficial efectúa varias llamadas, una de ellas a su Agrupación del PSOE de Jaén a los que da instrucciones sobre las medidas de seguridad de los líderes y los documentos del partido.

Se va a su casa a cambiarse y se reincorpora poco después a la sede regional del PSOE donde Rodríguez de la Borbolla le recuerda a Ojeda:

“Antonio, en ausencia de Rafael tú eres el presidente en funciones de Andalucía ¿no?, pues ¿por qué no llamas a Pedro Merry?”

-Pepote, ¿ y por qué no lo llamas tú?, respondió Ojeda, provocando risa floja entre los presentes.

En su calidad de presidente en funciones de la Junta llamó al gobernador militar, Manuel Esquivias, quien con gran cordialidad le informó que no había novedades y que en Capitanía “estamos con lo que diga el Rey”. Llama Ojeda al gobernador civil quien le comunica que ha convocado a la Junta de Orden Público, que todo está bajo control, que él se encuentra armado por si acaso y le pide un favor.

-Antonio, llama al insensato alcalde de Lebrija, Antonio Torres, el del PTE, y dile que pare de llamar por los altavoces municipales a las milicias populares de su pueblo, no sea que se escape un tiro y tengamos un lío más gordo de la cuenta. No quiero un Casas Viejas. Yo me encargo de que los niñatos de Fuerza Nueva, con la familia Del Nido al frente, no salgan a la calle.

Volvió Ojeda al Pabellón Real tras el discurso del Rey, pasada la una y cuarto de la madrugada y allí permaneció toda la noche. Fue cuando, entrevistado telefónicamente desde la SER, provocó un comentario a Rafael Escuredo del vicepresidente Fernando Abril Martorell que poseía, escondido, un transistor en el Congreso: “Rafael, en Sevilla ya han colocado a uno en tu sillón de presidente de la Junta”.

Sin embargo en el Pabellón Real, sede de la presidencia, solo un consejero del gobierno mantuvo la posición en los primeros momentos de la tarde, los de más incertidumbre por otra parte. Era el titular de Cultura, el gaditano Rafael Román Guerrero, acompañado por una pareja de la Guardia Civil de los que desconocía su adscripción constitucional. Al día siguiente, Román llevaría en su coche a Rafael Alberti a las manifestaciones celebradas en Sevilla y Cádiz contra el golpe y a favor de la Constitución.

EL 24-F LA EXTREMA DERECHA ARREMETE CONTRA LOS MILITARES

El 24 a media mañana, tras la rendición y el denominado “pacto del capó”, España volvió a recuperar el pulso, pero el Estado y el Sistema habían resultado heridos de gravedad. En las calles de Sevilla no obstante se respiraba normalidad. Solo en los círculos más extremistas, concretamente en los casinos y en el selecto club Pineda, se abrieron foros de la extrema derecha que decidió apalear dialécticamente a quiénes ellos entendían que en Sevilla tenían que haberse sublevado contra el “caos reinante en el país que había traído la democraia”. El general Merry fue investido por esos foros como un alcohólico irrecuperable; Saavedra como un ambicioso “naserista” de vida disoluta; Esquivias como “el pobrecito Manolo”, víctima de la falta de liderazgo castrense en la II Región y el coronel del Tercio de la G.C. como un frívolo que solo pensaba en el sexo. De Sanz Pastor los golpistas civiles dijeron que era un “rojo peligroso”, indigno de pertenecer a una ilustre familia castrense. El club Pineda fue durante muchos años un coto cerrado donde destacados miembros de la extrema derecha sevillana se reunían para conspirar contra la democracia. De hecho “alguien muy conocido” tenía reservada y preparada una multitudinaria cena para la noche del 24 de febrero, cena que se suspendió al quedar desactivado el golpe de Estado. La Policía de Sevilla siempre sostuvo que aquel ágape tenía como objeto festejar el éxito de la asonada militar. Sin embargo el gobierno de la UCD aconsejó al aparato policial que no continuase investigando las ramificaciones civiles con el golpe. De hecho solo un civil, Juan García Carrés, se sentó simbólicamente en el banquillo de Campamento. Pero hubo muchos civiles más implicados hasta las trancas en la conspiración.

Existía cierto temor a los poderosos círculos golpistas sevillanos, pero tras el 23-F y la victoria de los demócratas ese temor descendió paulatinamente. El general Saavedra, se trabajó a los socialistas de forma eficaz para su promoción a Teniente General. Lo hizo a través de Manuel del Valle y Enrique Múgica que no pusieron trabas ante el ministro de Defensa de UCD, logrando sustituir a Merry tras la entrada en vigor una ley, hecha a la medida del militar jerezano, que limitaba los años de permanencia de un general en el mando de tropa. Merry se despidió con lágrimas en los ojos y sin gritar el protocolario “Viva el Rey”; solo dijo un entrecortado “Viva España”. Saavedra, antes de ser ascendido, se comprometió ante algunos demócratas (socialistas) a poner en su sitio a los golpistas de Sevilla, aplicando una disciplina castrense que alcanzó a todo el escalafón y también a los golpistas que cumplieron condena en los calabozos (mejor mazmorras) del castillo Santa Catalina en Cádiz. Merry tampoco se salvó de las iras de su sucesor. Cuando el ex Capitán General pidió en Intendencia un camión que le trasladara sus pertenencias a su domicilio, recibió una lacónica respuesta del mando encargado de los transportes: “Lo siento mi general, el general Saavedra ha ordenado que a Ud, ni agua”. Pero su ofensiva contra su predecesor fue más allá, llegando a rozar lo escatológico. Tras su llegada a Capitanía, Saavedra, abrió sus puertas a la sociedad sevillana y a la clase política. En una de las primeras cenas invitó al Gobernador Civil y a su esposa. Antes de que los soldados/camareros empezasen a servir el ágape, el Capitán General llevó a sus invitados a una dependencia anexa:

-Mirad, aquí echaba sus vomitonas Perico Merry antes y durante la noche del 23-F. ¡No sabeis lo que nos ha costado limpiarlo!

Saavedra, tras descubrirse el golpe de los coroneles impulsado por los hermanos Crespo Cruspinera para el 27 de octubre, vísperas de la victoria socialista, descubrió que bajo su mando estaban implicados varios jefes y oficiales, como también sucedió en varias capitanías. Entre ellos el general Recio, Jefe de Estado Mayor que sustituyó a Urrutia. Les formó a todos en su despacho, uno a uno les fue maltratando de palabra y al llegar a Recio le espetó:

-Tú, mi general de Estado Mayor, el encargado de detenerme al amanecer del 27-O. ¿ No te da vergüenza?, te vas a pudrir en Canarias, en la Legión y como oficinista.

Y allí fue destinado en el ocaso de su carrera.

REPUBLICANOS JUANCARLISTAS

La democracia española fue distinta tras el golpe. La UCD se descompuso y llegaron los socialistas con “el cambio”. Se recondujo el proceso autonómico en España. El Rey ganó prestigio nacional e internacional y muchos republicanos se hicieron “juancarlistas”. Además se produjo una curiosa e injusta situación. Los que se enfrentaron el 23-F en el cuerpo a cuerpo con los golpistas desaparecieron de la escena pública española y nunca se les hizo Justicia en estos años. Sin embargo, los que dudaron, los camaleones y los oportunistas, acabaron con más galones o mejores destinos. La frágil democracia española no daba para más hace dos décadas. Veintidós años después, todo se ve de forma distinta, con mayor serenidad y lejanía. El vencedor perdona y no olvida, el vencido ni perdona ni olvida.

Quizás tenga razón el general Esquivias cuando afirma que el 23-F “Franco salvó a la democracia”. Pero no por el mensaje de lealtad al Rey dado antes de morir el dictador como él sostiene, sino porque el pueblo español sabía lo que era una dictadura militar y había decidido vivir en libertad, en democracia y con una Constitución plebiscitada mayoritariamente por todos dos años antes. El Rey y su padre, Don Juan, también lo sabían.

Pepe Fernández,

Texto base del capitulo dedicado al 23-F en el libro colectivo, “Andalucía crónica de un sueño”.

Sevilla, febrero 2003.
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